miércoles, 25 de septiembre de 2013

Iwasaki y el humor




 
 
 
 
 
     El humor. El bueno.
   Esa es sin duda la clave, la ruta, el rumbo que buscar, la llave de la supervivencia.
   Hace un tiempo tuve el honor de compartir relato con Fernando Iwasaki. Un relato en clave de humor. Qué difícil es hacer reír, convertir esos inevitables baches de la vida cotidiana en simples episodios de humor, como si no fuéramos más que títeres en mitad de un patio de butacas repleta de niños que rezumasen inocencia.
   Siempre es más fácil alterarnos, vaciar de insultos el saco de los insultos acumulados, desahogarnos con lo que tengamos a mano. Gritos, ceños fruncidos, miradas de odio, de ira…
   Y entonces, un día cualquiera, surge de nosotros, de nuestros adentros, ese personaje, ese payaso lúcido que se cala la nariz de gomaespuma y sonríe consciente de lo poco que vale la pena un disgusto, convenciéndonos a medida que observamos los surcos crecer en torno a los ojos, de que en este instante perdido en mitad del insondable cosmos, no hay cosa más importante que sonreír y recordar esas sonrisas.
   Fernando Iwasaki insistía en lo importante de este género en la literatura.
   Y hoy, paseando y observando a la gente me he dado cuenta de lo fácil que es sonreír. De lo poco que cuesta. De lo mucho que vale… La clave, quizás, para sobrevivir en un mundo de tentaciones, un rumbo efectivo para no perdernos en este mar de corrientes movidas por la ambición, el egoísmo y la ira.
   Sonrisas gratis.
   Y humor… Mucho. Pero del bueno.
 
 
 


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