miércoles, 3 de marzo de 2010

El Asedio






“…Porque es bueno que algo siga inmutable en alguna parte mientras la gente precise trazar rumbos sobre una carta náutica o sobre el difuso paisaje de una vida.”

Arturo Pérez-Reverte

La carta esférica





Como ya saben, hay temporal.

La mar se enciende por el horizonte y los barcos y las personas nos guarecemos del eterno baile de mareas en puertos seguros.

Hoy estoy atracado en uno de esos puertos añejos, de murallas circundantes que sufrieron batallas y asedios…



Desde este navío en el que vivo, en el que duermo y mido el mundo, voy a lanzar un mensaje. Pero no en una botella que la corriente se lleve a cualquier playa, sino a los cuatro vientos para que todo navegante sepa lo mucho que admiro a un combatiente.


Veinte años estuvo Ulises fuera de su hogar, de su Ítaca querida, luchando por la vida en la toma de Ilión, mareado por ninfas y dioses caprichosos en el anchuroso ponto hasta que al fin regresó. Y del guerrero al que me refiero, puedo decir que superó a aquel navegante griego en un año de batallas. Veintiún años nada más y nada menos de reportero de guerra. La soledad, el horror, la tristeza, la rabia… Miles de sensaciones que se grabaron en su mente para luego dedicarnos ese regalo que son sus libros, sus novelas. Una lucidez en sus mensajes que da vértigo. Una madurez y sensatez que escapa a toda duda… Una elocuencia que acalla bocas necias, que abre otras mientras habla y que sabe mirar con ojos de lejanía…


Por eso fue él quien me enseñó a leer.

Y no me refiero a la suerte de enlazar sílabas en órdenes correctos, sino al hecho de observar y comprender, de ver fondo y no sólo superficie, a contemplar la vida desde el lado del enigma y la aventura, a la lúcida sensación de poder medir el mundo que me rodea según unos parámetros y unos valores, a poder analizar y ver la profundidad de lo que tengo delante, ya sea de papel y cartón o de ese elemento invisible del que está hecho el cosmos que llevamos en nuestro interior y que, irremediablemente, tiene que interactuar con el exterior.



Por eso le doy la enhorabuena y le doy las gracias por

toda su obra... Gracias con mayúsculas.




Gracias, Arturo Pérez.Reverte, por navegar y por continuar

trazando rumbos a seguir.



Gracias por volver a tenderme una tabla en este mar

de temporales.