martes, 5 de marzo de 2013

Qué tendrá




 
 
 





    Hace unos días que ando despistado.
 
   Mis musas fueron a Tarifa y se las llevó el levante, o algo así.
 
   Estoy profundamente inmerso en la tercera parte de mi novela, visitando lugares, ampliando documentación, imaginando conversaciones, apuntando expresiones, olores... Todo aquello que pueda hacer más real el mundo que imagino, ese que me hace vivir otras realidades cada vez que sintonizo la melodía.

   Y de repente, sin más, esa inspiración desaparece.
 
   Intento , en vano, forzar el mecanismo sin resultado. Me siento delante de la pantalla en blanco y tecleo realizando una llamada espiritual a la frecuencia, sin poder sintonizar ese dial que me dicta las palabras una tras otra. Imposible, forzado, irreal, falso. Lo destruyo.
 
   Entonces voy a Cádiz.
 
   Qué tendrá.
 
   Es tan sólo pasear por sus calles y oigo un leve chisporroteo, un susurro escondido tras el viento. Escucho el murmullo de las atolondrantes voces regresando con cada cañón que veo por las esquinas, al tomar cada una de las calles que te llevan al mar. Y esas descargas llegan a mi mente que lanza mensajes a mis manos, mis dedos que buscan teclados, bolígrafo y papel garabateado en una terraza, en otra...
 
   Qué tendrá, me pregunto.
 
   Y entonces surge de la nada esa música.
 
   Sintonizo la onda desaparecida.

   Y comienzo a escribir.