martes, 21 de agosto de 2012

Mesón Gallego A Boliña






    Escribo este artículo en la mesa de un bar.
   No uno cualquiera.
   Hay bares… Y bares.
   Todos hemos ido a tomar un piscolabis a lugares en donde te sientas, te ponen sus alimentos, te levantas y te vas. Punto. Terrazas que no son más que barras, mesas, sillas y gente que va y viene.
   Sin embargo, más allá de la simple y llana apariencia de un bar, existen razones por las que ciertos lugares gozan de un ambiente especial que te invita a volver.
   Y es que hay bares en los que se atienden a las personas, y otros que, además, tienen personalidad, como en el Mesón Gallego “A Boliña” en Conil, donde la complicidad y sonrisa ancha de su dueño te seduce tanto como sus platos. Y qué platos… Qué pulpo… Qué almejas en salsa…
   Ni que decir tengo que soy asiduo de este Mesón enclavado en un pueblo que rezuma leyendas e historia, que tiende sus blancas casas al mar como si de un brochazo de espuma salada se tratara.
   Ahora tengo de dejarles. Las luces del Mesón acaban de apagarse de repente y una llamarada surge de la oscuridad. La queimada empieza a quemarse al son de las palabras del brujo…
   Vengan a verlo.
   Abajo les dejo el enlace de su página. Estoy seguro de que sus sentidos se lo agradecerán tanto como su paladar.