martes, 26 de junio de 2012

Bar Olimpo





  –Hombre, Perseo, qué alegría verte por aquí… Camarero, pon dos jarras de cerveza cuando puedas.

  –¡Ulises, fecundo en recursos, qué tal!, pues nada, aquí, harto que vengo de aguantar a Andrómeda, no sé para qué me desharía de la cabeza de Gorgona, la podría haber convertido en…

  –Ja, ja, ja… ¿qué le pasa? O mejor dicho, ¿qué le has hecho?, que te conozco.

  –Nada… Que he utilizado más de la cuenta el Casco de Hades para salir de casa sin que me viera y lleva medio siglo sin hablarme… Que ahora que caigo, no veas cómo pasa el tiempo, ¿no? Parece que fue ayer cuando ocurrió. ¿Y qué me dices de ti? ¿Qué tal por Ítaca?

  –Ni me hables, hasta el gorro de impuestos. Más me hubiera valido quedarme vagando en el anchuroso ponto. Por eso he venido al Olimpo, a rogar que me aplacen unos pagos. Y para colmo aún no he terminado con los juicios por el tema de los pretendientes.

  –¡Qué barbaridad!... Yo pensaba que ya había salido la sentencia. ¿No alegaste defensa propia?

  –Sí, pero los familiares alzaron recurso a Zeus y ya me ves… Hasta arriba, quizá tenga que pagar algunas indemnizaciones. Penélope no da abasto con el telar, menos mal que la pobre es apañada y saca algo para el gasto.

  –¿Y el niño?

  –¿Telémaco?, en el paro, por supuesto. El otro día vino aquí al lado a sellar el carné.

  –Bueno, dejémonos de penurias, este momento no nos lo quita nadie, bebiendo una cerveza fría en esta barra, como en los viejos tiempos. Camarero, pon otras dos…

  –Deja, deja, que luego me mareo y…

  –Anda, anda, déjate de excusas, que nos vemos cada cien o doscientos años, joder… Esto se merece un brindis, ¿no?

  –Ulises, Ulises… ¿Quieres que te recuerde dónde acabaste la última vez que empinaste el codo?

  –Oye, que lo del desvío hasta la Isla de Calipso fue por el viento.

  –Sí, sí… por el viento… No sé cuántos bueyes le darías a Homero para que escribiera eso, pero tú y yo sabemos que aquellos pellejos de vino en la cóncava nave festejando el triunfo de la guerra no traerían nada bueno. Aunque no sé si sería más un placer que una desgracia… Aquellos siete años junto a la ninfa debieron ser de órdago, ¿no?

  –Que quieres que te diga, de todo se cansa uno… Anda, levanta esa jarra y brindemos por nosotros y por nuestra amistad.

  –Eso está bien. Por cierto, mira quien viene por ahí con el bastón.

  –¡Aquiles! Cuanto tiempo hombre, pero… ¿aún sigues liado con el talón?

  –Y lo que me queda, vengo de la consulta de Esculapio y me ha dicho que guarde reposo un par de centurias  más, que la infección fue muy grande.

  –Pues lo mejor para eso es una cerveza fría, ¿no? Camarero, pon tres jarras… Vaya, qué bueno encontraros en esta barra...


3 comentarios:

Ana Belén dijo...

Ojú qué arte!!!excelente entrada como siempre!

Anónimo dijo...

–¡Aquiles! Cuanto tiempo hombre, pero… ¿aún sigues liado con el talón?
Jajajajaja.

Un abrazo, Antonio.

Timonel dijo...

Gracias por los comentarios!!