miércoles, 21 de diciembre de 2011

La Navidad y el Sol





Navidades…
Empecemos por el principio:
Hace mucho, muuuuucho tiempo, cuando aún andábamos batallando a espada y el Facebook se escribía en una tablilla de cera, los hombres rendíamos culto al sol. Ese era nuestro dios (imagínenlo así como introducción necesaria dado el protagonismo de este astro para este artículo, entre otros tantos motivos de necesario culto que ha tenido y tendrá nuestra inquieta especie y que llenarían sobremanera estas líneas). En concreto, incluso hubo un emperador romano llamado Aureliano que allá por el siglo III d.C. instauró como religión oficial el Sol Invicto, el sol invencible como factor común de culturas diferentes. Por cierto, ¿saben qué día nace ese sol al que se le adoraba? ¿Conocen un día llamado solsticio de invierno?...
Más.
Mucho antes de esta instauración de la navidad, ya existían fiestas en honor a la fecha en que el día comienza a ganarle tiempo a la noche, esto es, sencillamente, que empieza a haber más tiempo de luz. Les invito a que curioseen sobre las ancestrales Brumalia o las Saturnalia romanas precristianas. Exacto, se celebraban en torno a estas fechas. Fiestas paganas que fueron sustituidas, no sin esfuerzos, por las cristianas. Ojo. No digo que una sea mejor que otra. En este artículo no hay buenos ni malos… Sólo me gusta saber la verdad que subyace ante las imposiciones que una vez al año amartillan la mente, los sentimientos y el bolsillo de unos y que para otros son paradigma de felicidad, de emotivos encuentros afectivos. Ya saben: Vuelve, a casa vuelve, por navidad… Y tal…
Sí.
La navidad es una adaptación que se hizo en su día, (en el 336 aparece oficialmente la navidad en el calendario romano, once años después del Concilio de Nicea) hace mil setecientos años más o menos, en la que se asoció el nacimiento de Jesús de Nazaret (sin datar en la Biblia, por cierto) con la fecha del solsticio, el día en que “nace el dios sol”. Por otro lado una tradición judía afirma que los profetas son concebidos el mismo día que mueren, por eso, como se cree que Jesús murió un 25 de marzo, sería concebido en tal día y mes, naciendo nueve meses después: un 25 de diciembre.
Hoy.
Vísperas de navidad.
Cenas de empresa donde hay que aguantar, callar por no fastidiar (el que pueda) y cumplir. Comidas imposibles de digerir, vinos y dulces que disparan el azúcar y el colesterol. Compras… Compras. Compras. Más compras. Pagas extras tan volátiles como el éter. Gente abducida, gastando, atiborrando de regalos a niños que sólo ansían abrir tsunamis de regalos, desechándolos luego, frustrándose en ocasiones, arrojando al olvido en cuestión de minutos juegos que no habían deseado previamente; obsérvenlos. Campañas de donación de dinero para países pobres, para quitarnos de encima ese pequeño sentimiento de culpabilidad por darnos homenajes desmedidos, lavar remordimientos (el que los tenga). El resto del año que les den por saco y se busquen un trabajo.
Prefiero otras fechas más cálidas y alegres, pero quién soy yo para escoger…
Ahora les tengo que dejar.
Tengo que marearme comprando regalos imposibles y manjares de aparatosa digestión.
Sin embargo, veo la puesta de sol y le guiño un ojo.
A partir de hoy, susurro, la luz comienza a ganar terreno a la oscuridad.






 

1 comentario:

Ana Belén dijo...

Con lo fácil que serían éstas fechas, si tan sólo tuviésemos que hacer una ofrenda a Rá...porque para mi el sol no es Catalina...es Rá!:)