miércoles, 2 de junio de 2010

La gaditana robada



"Estaba Cádiz de tal manera que era horror verla y lástima tan grande que no hubiera corazón que no se enterneciera viéndola tan desfigurada y tan otra de lo que era"


Historia del Saqueo de Cádiz por los ingleses en 1596, escrita por F. Pedro de Abreu




Hay veces que paso navegando suavecito por añejos puertos en los que aún parecen sonar ecos ya olvidados por viandantes de gregarias vidas. Presas de relojes y de tiempos almacenados en cuadrículas y calendarios de días tachados sin compasión, inconscientes de su irreversible extinción… Un tiempo que a veces se pliega y esconde en sus arrugas ciertos recuerdos… Un tiempo que se espesa…Que se vuelve a inventar él solo…Un tic-tac engañoso, enlucido de mil colores para hacer más llevadero el rumbo, para recordarlo y no acabar estrellado en los arrecifes…


Y viene a mi recuerdo aquella foto…

Y no para de oscilar sobre mis sienes el martillo de esa cordura perdida por el paso de libros, de almacenes polvorientos y de miradas profundas en personajes empañados por ortos y ocasos. En cientos de historias que se repiten una y mil veces como decía Tucídides o el propio Vico…Un círculo enigmático y sometido en infinitas ocasiones a presiones y frentes, estancado en una línea isobárica que no varía, un punto sureño acariciado por unos dioses y vapuleado al mismo tiempo por otros que jamás pudieron soportar la envidia hacia tal derroche de luz…


Aquella foto está sacada desde un rinconcito de Londres…

Se fue, tal como tantos se han ido de su tierra natal, de su hogar para buscarse un futuro, para dar de comer a bocas hambrientas o para ganarse la vida de cualquier manera honrada… Y de alguna forma veo el paisaje nublado y algo melancólico del Támesis y mis recuerdos viajan al sur… Mucho más al sur… A aquella tierra entre levante y poniente, entre dos mares que se besan, devastada una y otra vez por piratas, a aquel paso de grandes navegantes tan olvidados como sus gestas, a un viento perenne que henchía las velas de navíos que llegaban de sus campañas transoceánicas cargados de un maldito metal amarillo… De aquellas murallas hartas de soportar saqueos por los mismos mercenarios a los que sus reyes idolatraban…


Saqueos… Me quedo pensando en esta palabra…


Y mi mente y mi pensamiento de viajero del tiempo sonríe al pedir un café frente a la Galería Nacional, en Trafalgar Square, y observar que es una gaditana quien me lo sirve… Y me mira con alegría dándome dos besos. Y algo más tarde tomamos una cerveza que sueña con cazón mientras me relata lo poco que tardó en encontrar empleo y lo bien que le pagan por lo que hace… Y ambos sonreímos al mirar la altanera estatua de Nelson en mitad de la plaza… Lástima que no se recuerde de la misma forma a Blas de Lezo o a Álvaro de Bazán, y en cambio nos suene tanto el nombre de Drake…


Es entonces cuando la palabra “saqueos” vuelve a aparecer en mi mente… Y me doy cuenta de que sólo cambia el color de la historia. Y doy la razón a Tucídides y a Vico…La historia se repite, como un ciclo… Uno del cual algunos pueblos no pueden escapar. Y me tomo con ella otra cerveza en aquella lejana plaza londinense mientras canturreamos un tanguillo de Juan Carlos Aragón entre tácitas miradas de nostalgia y reconocimiento mutuo. El mismo tanguillo que canturreaba cuando saqué aquella foto desde su casa a orillas del Támesis a la mañana siguiente, antes de dirigirme hacia el aeropuerto.


Y mientras sobrevolaba aquella ciudad de horizontes inabarcables, la palabra “saqueos” volvía a martillearme las sienes cuando miré hacia mi lado en el avión y observé un asiento vacío que bajaba latitud en dirección al sur…


Y deseé suerte a aquella gaditana robada, obligada a partir.


Y pensé que, acabado el metal maldito, quizás a la piratería le sedujo más saquear las perlas que relucen en los ojos de cada andaluza, un poco de luz en cada gesto de sus milenarias miradas, de salada claridad, de eterno arte en cada uno de sus movimientos…


Y mientras dejaba atrás aquella ciudad un leve escalofrío me recorrió la espalda al pensar que ahora en Cádiz ya no se saquea el oro…


Ahora se saquean gaditanos.


Para Rubén y Susana.









1 comentario:

Oscar Girón dijo...

Estimado Antonio,

Gracias por sentarte a ver el cielo y el mar desde LA PIEDRA CUADRÁ...
El "saqueo de gaditanos" es evidente, y los piratas ya no viajan en faluchas, sino que van de chaqueta y corbata. Salen a diario en la TV.
Yo, gracias a Dios, estoy algo más cerca que esa gaditana, de nuestras "aguas del tiempo", pero ¿qué es cerca y qué es lejos, si no estoy en Cádiz?
Enhorabuena por la novela y espero que publiques más. Toda la suerte del mundo.

Nos vemos en LA PIEDRA CUADRÁ, mientras cambia el viento DE LEVANTE A PONIENTE.